Un año después del desentierro en Matsu, realizo esta acción a pocos metros de la anterior y partiendo del sitio donde me enterré. La sensación de paso de tiempo, de final de ciclo y de muerte siguen rondando mi cabeza.
Me llaman la atención las moscas, su atracción hacia lo putrefacto, la comida y los excrementos. Preparo una trampa para ellas con excremento humano y me dedico a cazarlas metiéndolas en una mosquitera. Me las llevo en una trampa. Pero se me mueren al poco tiempo.